Relato
Esbozo de un relato
La Gripe Americana de 1918. El arma más letal para poner fin a la Primera Guerra Mundial.
Las investigaciones médicas dan cada vez mayor importancia a la pandemia de gripe de 1918. Como ejemplo de ello está el dato de que, en poco más de una década, se ha pasado de adjudicarle la responsabilidad de en torno a 20 millones de muertes, a subir esa cifra a entre 50 y 100 millones.
En medio de lo mucho que se ignora sobre las causas de la pandemia, entre los especialistas se ha asentado el convencimiento de que la gripe tuvo origen aviar, pero que se debió a un único contagio inicial sucedido en el mismo 1918. Curiosamente, incluso en los trabajos más modernos, se sigue dejando caer la denominación de "gripe española" para esa pandemia, a pesar de saberse que España no tuvo nada que ver con su origen.
Y cuanto más se apunta a que el origen fue puntual, menos interés parece mostrarse en identificar el país de origen de la pandemia, que no fue otro que los Estados Unidos de América. Falta, pues, preguntarse por el por qué de ese desinterés, o más bien de ese interés porque no se hable del lugar de origen de la gripe de 1918.
Claro está que a ningún país se le puede pedir responsabilidades porque en él tenga lugar el traspaso de una enfermedad de animales a seres humanos, y menos de una tan habitual como es la gripe. Pero cuando hablamos de una pandemia, las cosas no están tan claras. Porque frente a las pandemias existen, y existían en 1918, medidas con las que evitar su extensión. Y esas medidas no se tomaron en Estados Unidos con la gripe de 1918, a pesar de que se pudo identificar su virulencia.
Cuando no se conoce el país de origen, no puede uno plantearse esa pregunta sobre el por qué no se evitó la pandemia. Y es que en el caso de Estados Unidos en 1918 existieron razones para no evitar la extensión de la pandemia. Razones, evidentemente, no de tipo médico. Razones de conveniencia militar.
La realidad es que la epidemia de gripe de 1918 se manifestó en primer lugar en Estados Unidos y en concreto en instalaciones donde se reunía a los soldados de ese país que iban a ser enviados a Europa para tomar parte en la Primera Guerra Mundial. De modo que las razones de conveniencia militar se impusieron, no sobre las razones de la medicina, sino contra ellas y contra todas las medidas de prudencia que prohibían enviar personas enfermas a otros países sin someterlas a cuarentena.
Eso es lo que hicieron los Estados Unidos en 1918, por impulso de sus máximas autoridades militares, y con el consentimiento de las respectivas autoridades británicas y francesas. El resultado fue la conocida pandemia, pero también, al extenderse la enfermedad entre los soldados alemanes, el fracaso de la última ofensiva con que las potencias centrales intentaron salir victoriosas del conflicto.
Esta es la historia de la gran conspiración que provocó la pandemia más mortífera que ha conocido la humanidad. Y de cómo se adjudicó su origen, y hasta su responsabilidad, a España. Una infamia que aún perdura.